Posición sobre la Alfabetización cientifica.
El propósito de este ejercicio es analizar las aseveraciones
• Incremento de la cultura científica entendida como alfabetización = incremento de la actitud positiva hacia la ciencia
• Actitud negativa hacia la ciencia = falta de cultura científica entendida como ignorancia.
Y mostrar una opinión al respecto.
Mi opinión inicial es que ambas equiparaciones son ciertas. Más alfabetización científica supone una mejor comprensión de la ciencia y sus consecuencias beneficiosas para la sociedad. Y asocio negatividad, desdén o desconfianza a ignorancia en estos términos. Desde luego, lanzo esta opinión sin matizar ni pulir. Es en el proceso de elaboración del argumentario cuando encuentro proposiciones que invalidan las frases, y cuando siento la necesidad de evitar conclusiones absolutas.
Mi posición esta muy cercana al positivismo científico, pues entiendo que la ciencia afecta profundamente todos los aspectos de nuestras vidas. El mundo moderno está conformado entorno a los avances científicos en prácticamente todos sus aspectos. Desde lo mas cotidiano hasta algunos de los grandes debates de nuestro tiempo. Mi concepción de la ciencia y de su avance y de su influencia benefactora sobre la sociedad es por lo tanto contraria a la visión de Levy-Leblond comentada en la tesis doctoral de M.Lazaro. Desde un punto de vista general, entiendo que la ciencia debe aportar contenidos de valor social que respondan a necesidades especificas. Pero también creo que la generación de un conocimiento en ocasiones no aplicables a intereses pragmáticos es necesaria y debe ser parte del corpus científico.
Además, creo que la democracia participativa es el sistema político contemporáneo mas idóneo, por lo que una acción ciudadana informada me parece deseable. Leyendo y recopilando información, me ha sorprendido que habitualmente menos de un 20% de la población suele calificar como científicamente alfabetizada. Entiendo que es entonces la clase política, de la que no tengo datos de esta alfabetización, quien toma las decisiones con relación a la gestión y a la implementación de los avances científicos hasta el siglo XXI. Las clases dirigentes son las que confían en los beneficios de la ciencia, presumiblemente basado en una alta alfabetización propia o en al menos conciencia de las ventajas que el conocimiento les da para perpetuar su estatus social. El equilibrio de confianzas dentro de nuestras sociedades evoluciona y hemos pasado de confiar moderadamente en políticos a niveles casi nulos de respaldo. Estos políticos, cuya posición de influencia social podía compensar la falta dramática de alfabetización y cultura científica, ahora pueden no ser la respuesta a las necesidades científicas de sociedades modernas. Es decir, hasta ahora, un político podía tomar decisiones mas o menos basadas en la ciencia y garantizar una continuidad de progreso científico a pesar de los dramáticos números de comprensión científica. Es difícil predecir si esta tendencia se mantendrá a lo largo de este siglo.
La asociación entre actitud benevolente y ciencia podría verse reforzada con un trabajo mas concienzudo de comunicación entorno a los beneficios cotidianos de la ciencia, socavando de manera sencilla el binomio ignorancia-actitud negativa. Creo que esto nos alejaría de objetivos inalcanzables al respecto de nivel de penetrancia de conceptos complejos, comprensión básica de axiomas o teoremas que requieren especialización y dedicación. Estoy de acuerdo en que el modelo unidireccional por el cual la ciencia “alfabetiza” al publico es algo que se ha de superar. Se debe establecer un dialogo entre ambas entidades, actuando la ciencia como receptora de las preocupaciones de la sociedad y procurando responder las cuestiones demandadas. Pero al mismo tiempo, y asumiendo que hay una descompensación entre el lenguaje científico y los intereses de la sociedad, creo que se puede establecer una relación progresiva con relación a la cantidad y calidad de información. No es necesario que todo el mundo sepa la diferencia de tamaño entre un electrón y un átomo, pero si que se les informe claramente sobre la naturaleza de la energía nuclear, sus beneficios y contrapartidas, por usar el ejemplo propuesto por M.Lazaro. Yo entiendo que esto puede considerarse “alfabetización”, y lo considero extremadamente necesario.
Mi confianza en el binomio actitud positiva hacia la ciencia-alfabetización científica intenta superar incluso los ejemplos de individuos aparentemente muy formados en temas científicos que tienen una actitud muy negativa al respecto de ciertos avances. Los individuos relacionados con los cultivos orgánicos anti-alimentos transgénicos o la nueva cepa de negacionistas de la Covid-19 formarían parte de este grupo. Creo que es clave ser conscientes de su existencia, y de su predicamento en ciertas capas de la sociedad, con ambiciones expansivas. Antes ellos y sus argumentos, casi siempre erróneos si no abiertamente falsos y manipuladores, solo cabe reforzar el ímpetu “alfabetizador” entendido como un trabajo constante y claro de transmisión de las evidencias científicas cuando estas estén disponibles. En estos casos, creo que los científicos debemos dejar de lado consideraciones conceptuales asociadas a la naturaleza de los avances, o incluso de la propia la ciencia. Si no centramos esfuerzos en localizar el origen de los chispazos, aislarlos e idealmente solucionarlos, se nos puede quemar el edificio.
Alberto Benito Martin
3 de dic. de 2020

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